Camino al costado de la ruta.
No hay sol. La panza pesa un poco. Ya está bien formada y se sienten los
movimientos desde adentro. La panza delante del cuerpo camina conmigo. No se
oye nada salvo el zumbido de los autos que van y vienen. El viento me humedece
la cara. Llevo en la mochila mi billetera, mis documentos, un abrigo liviano,
un paraguas plegable, pastillas de menta, un anotador y un mapa. Aunque hace
calor, me puse zapatillas en lugar de ojotas. Con la humedad, el olor a bosta
es más pegajoso y se cuela por los poros. No basta con taparse la nariz. Me
gustaría encender un cigarrillo. Camino lento, no hay apuro. A ambos lados de
la ruta sólo hay cabañas y complejos turísticos. La mayoría de aspecto rústico
pero bastante lujoso. Da la sensación de que es camino a ninguna parte. Puro
lugar de paso. Voy a caminar hasta dejar de ver alojamientos para turistas. Lo
que deseo es ir hacia delante. Si tuviera que sacar un pasaje de ómnibus, no sabría
hacia dónde. Por ahora camino.
Todo empezó con el ruido. Un
serrucho repetido y persistente. Lo advertí cuando entré por primera vez a la
habitación en la que dormiríamos Marcos y yo. La pieza estaba limpia, la cama
sin sábanas y los muebles vacíos. Era sencillo revisar cada rincón. El sonido
se hacía más fuerte cerca de una de las mesas de noche. Pensé que podía ser un
cortocircuito en los cables del velador. Lo desenchufé pero no cesó. Busqué
dentro del placard, en los cajones, debajo de la cama. Hasta que noté los
agujeros en la mesa de noche. Entradas bien delineadas que abrían túneles donde
la luz de la linterna no accedía. Supe, navegando en Internet, que no podía
tratarse de termitas porque éstas no emiten sonidos audibles y dejan en la materia
devorada otra clase de marcas. Se trataba de la carcoma. El ruido de los
bichos, toda la noche y todo el día carcomiendo, no me deja descansar. Cierro
los ojos y escucho el crujido de la madera.
MUY BUEN RELATO. GRACIAS POR COMPARTIR =)
ResponderBorrarGracias, Emanuel!
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