jueves, 18 de diciembre de 2014

Originales incompletos [fragmentos/7]



Por la rendija de la puerta entreabierta, se perciben sombras imprecisas. Afuera la luz es más intensa y ejerce un efecto de ocultamiento sobre lo que sucede en el interior de la habitación apenas iluminada. El campo visual del observador se reduce a una línea vertical estrecha. Ella y él aparecen de manera intermitente y parcial: sombras sin fondo.

Ella se zambulle en el bolso, mete un sweater, un manojo de bombachas. Él le desvía el brazo con violencia. Varias prendas caen al piso.
–¿Qué hacés? ¿Adónde vas?
–Hablá más bajo. Lucas duerme.
Pide perdón, pero ella no escucha, recoge la ropa y la guarda. Él se acerca y la abraza, la rodea, apoya la cabeza sobre su hombro. Siente su perfume. Usa el mismo desde que la conoce. Siempre le gustó la combinación entre su piel y esa fragancia. Lo sensibiliza, lo retrotrae a momentos de alegría. La olfatea como un animal, por puro instinto. Pide perdón otra vez. Ella sigue metiendo cosas en el bolso. Él la empuja sobre la cama. Pretende besarla en la boca, pero ella lo esquiva. Le besa el cuello. Le acaricia las caderas. Ella no cede. Lo aleja con fuerza. Se tira al suelo para zafarse y se incorpora en un solo movimiento.
–Dejame.
–Hablemos, por favor.
–¿Ahora querés hablar?
Cierra el bolso y se dirige a la puerta. Él la frena y se lo arranca de las manos.
–¿Dónde carajo vas a ir con este bolso de mierda?

Un brazo, un perfil, medio cuerpo, una mano que aprieta un antebrazo. Los objetos son más difíciles de identificar, manchas borrosas. Algo que ha sido lanzado por el aire atraviesa el espacio visible. Un instante, un destello. Las voces son también discontinuas: gritos y susurros se alternan.

Ella retrocede y toma el velador encendido. El mango de hierro le quema un poco la palma de la mano, lo aprieta más fuerte. Él se acerca. Ella lanza un golpe al aire, previniéndole que no siga. Él avanza. Un haz de luz dibuja una trayectoria efímera entre los dos cuerpos. De repente la habitación queda completamente a oscuras. Se oye un golpe contundente y luego otro: un cuerpo se desploma sobre el piso. Silencio y tropiezos. Él sale de la habitación y cierra la puerta.
–Lucas… ¿qué hacés acá? Andá, cambiate que te preparo la leche.

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