viernes, 7 de noviembre de 2014

Hundido [fragmentos/6]



Eugenia emerge en mi monitor:
euge90 dice:
pá me comprás un blackberry?
díazmarcelo dice:
qué?!
euge90 dice:
un tel
díazmarcelo dice:
sí ya sé
euge90 dice:
sí?
díazmarcelo dice:
no
euge90 dice:
dijiste sí!
díazmarcelo dice:
sí sé qué es dije
euge90 dice:
q hacés?
díazmarcelo dice:
trabajo. vos no tenés que estudiar??
euge90 dice:
vos no tenés q trabajar?? ;)
díazmarcelo dice:
para comprarte un blacberri
euge90 dice:
:D

            Sobre el escritorio tengo un dibujo suyo en un portarretratos. Lo hizo cuando tenía cinco años. Habíamos ido a la plaza. Se cruzó delante de una hamaca y se abrió la frente. Cinco puntos. Al día siguiente, trazó sobre una hoja de papel una cara bien redonda, con cachetes colorados y pestañas largas. En la frente, una raya roja atravesada por cinco rayitas más pequeñas. Encima de la herida dibujó una curita y la pintó de rosa con flores violetas. Del corte rojo y las suturas no quedó ninguna marca en el dibujo terminado. En la piel todavía tiene una línea rosada que sólo es visible si uno mira buscando.

          Me froto los ojos que comienzan a arder. Miro hacia el techo para ganar perspectiva y distender la vista. Mi cubículo forma parte de un módulo con múltiples posibilidades de tamaño, forma y composición. Separadores de plástico encastrados unos a otros como bloques infantiles forman el box. La pared frente a mi escritorio es interrumpida abruptamente por un tabique perpendicular que delimita el espacio de los estantes para documentos de circulación diaria. Un tabique sin terminación en su borde exterior: quedan al descubierto los huecos destinados al posible encastre con otra pieza. Agujeros negros donde no cala la luz de los tubos fluorescentes. Un punto de fuga en el que se me pierde la mirada de a ratos. Un refugio de infinita oscuridad.

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